Fan fatal fue el último álbum de Alaska + Dinarama, aquel en el que coquetearon con el acid house (era el momento) y que fue tal punto de inflexión que supuso la huida de Carlos Berlanga para empezar su carrera en solitario y el rebranding de Alaska y Nacho Canut, que al año siguiente sacarían su primer álbum como Fangoria (y qué gran grupo fueron al principio). Este disco, de producción y diseño imponentes (lo primero a cargo de Rebeldes Sin Pausa, lo segundo de Berlanga, Víctor Abundancia, Jaime Travezán y Pablo Sycet) se hizo famoso sobre todo por “Mi novio es un zombi” y “Descongélate”. “El diablo anda suelto”, prima hermana estilísticamente de esta última, es, sin embargo, mi favorita del disco.
“Freedom! ’90”, titulada así para evitar confundirla con la “Freedom” de Wham!, es uno de los grandes clasicazos y temazos de George Michael, incluido en su segundo álbum en solitario, Listen Without Prejudice Vol. 1. La libertad que invoca es, ante todo, una ruptura con el icono prefabricado de Faith: George Michael decide no aparecer en el vídeo, que dirige David Fincher con cinco supermodelos de la época en su lugar (Naomi Campbell, Linda Evangelista, Tatjana Patitz, Christy Turlington y Cindy Crawford), y tres fetiches de la era Faith (la chaqueta de cuero, la Wurlitzer y la guitarra) explotan en el estribillo cuando suena “freedom”, como símbolo de quemar esa imagen y recuperar el control de su narrativa. Posteriormente también ha sido leído como himno LGTBIQ+ de salida del armario, aunque en realidad su salida pública llegaría muchos años después. Musicalmente es muy hija de su época, con toques de house y apoyada en un sample de James Brown (como tantas canciones de baile de los 90).
Puedo decir que «Freedom’ 90» es una de esas canciones que me han acompañado desde que salió (la bailé y pinché mucho en su momento) y que no he dejado de escuchar con cierta frecuencia durante estos 35 años. Pero también ha llamado mi atención de nuevo a raíz de la versión que Kae Tempest ha estado haciendo de ella en sus conciertos y que ahora ha publicado en su versión de estudio. Atendiendo al espíritu de la canción es, obviamente, una adaptación muy libre, lo cual se agradece, aunque provoque al principio una cierta extrañeza al tenerla fijada tan a fuego en mi imaginario.
He asociado mentalmente la versión de Kae con esta otra que hizo Neneh Cherry del «I’ve Got You Under My Skin» de Cole Porter (y que popularizó sobre todo Frank Sinatra), por ser igual de libérrima (y excelente). Y además, para cerrar el círculo, se publicó también en 1990.
La canción que cambió mi relación con Lily Allen: hasta entonces me gustaba, pero no tanto. Y en realidad probablemente tampoco es de las más representativas de su carrera. La británica nunca le había hecho ascos a una melodía catchy, pero esto era otro nivel; ignoro si alguna vez estuvo preocupada por ese tópico de «buscar la perfecta canción pop», pero si es así, en “The Fear” alcanzó el objetivo con creces, y estuvo en lo más alto de la lista británica de singles durante cuatro semanas consecutivas.
Y, como siempre en ella, los contrastes, contraponiendo melodías dulces con mensajes ácidos, aquí hablando desde la voz de una aspirante a celebridad (tenía 23 años Lily por entonces) que se deslumbra con el brillo del éxito y el dinero, pero siendo al mismo tiempo consciente del vacío que hay debajo. «I don’t know what’s right and what’s real anymore».
Milagros fue uno de los proyectos musicales de Ana Molina Hita, miembro y fundadora también del grupo Hola a todo el mundo. Milagros era un coro de trece alumnas del colegio público Pío XII, en el barrio madrileño de La Ventilla, dirigido por Ana. Grabaron tres discos (Milagros, Gloria y Belén, están en Bandcamp) y participaron en la grabación del álbum El mal querer de Rosalía. La letra de esta canción, como todas las del tercer disco, es de la escritora Belén Gopegui.
Este año, Ana Molina Hita ha publicado un libro titulado Un diamante en la basura. Cuaderno infantil, que no he tenido ocasión de leer (o ver), pero del que todo el mundo habla maravillas. Animó a sus alumnos y alumnas a volcar cualquier cosa que se les ocurriera en unos cuadernos que les proporcionó, y el libro es una recopilación de todas esas anotaciones. Lo ha editado Escritos Contextatarios.
En EPSA la entrevistaron hace unos meses, acompañada de su amiga, la también artista Beatriz Lobo, y la conversación fue maravillosa, te hace desear haber tenido una maestra así y te devuelve la fe en lacierta gente
De todos los Sr. Chinarro, porque ha habido lógicamente muchos a lo largo de sus más de 30 años de carrera, me quedo con el de los 90 (casi pongo «El idilio» en vez de esta), el de los juegos de palabras y los sinsentidos, el que «cantaba mal» pero transmitía bien, el que desembocó (¿o fue más punto de inflexión?) en este extraordinario EP producido por Paco Loco, de título de inspiración futbolística (La pena máxima) pero que denotaba también la profunda tristeza y melancolía de sus canciones. Empezando por «Cero en gimnasia». «Tiran las pastillas los chavales / Si se agacha, se le ven las tetas».