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  • 10 años después (y II)

    Hay tres hombres en España (que lo hacen todo) cuyo éxito comercial nunca ha estado a la altura de su inmenso talento: uno es Javi Betacam, otro Evripidis Sabatis, y el otro Víctor Algora, tres maestros de la canción pop a los que (quizá) algún día se les reconozca como se merecen. Aunque en realidad, Algora sí ha estado muy cerca de conseguirlo, pero a través de este inmaculado himno (no solo LGTBQ+) que escribió para La Prohibida, una canción que roza la perfección y que convirtió a la Transformer en la reina del invierno vestida de Chaumen. «¿Quieres que hablemos de éxito?»

    No le había hecho mucho caso antes a Justin Bieber ni se lo he vuelto a hacer después, pensaba que sería el típico artista que acabaría descarrilando tanto musical como vitalmente (aunque por lo visto su último disco, de este año, ha ido mejor de lo esperado). Pero en 2015 estaba a topísimo con canciones como «What Do You Mean?» o esta otra. Aquí vemos a Bieber dando a sus fans todo lo que se espera de un ídolo adolescente: poca ropa, pelazo, a ratos una coreografía resultona, cañones de confeti, y ―por qué no― un temazo (del que ni siquiera le hace falta cantar ciertas partes). Sorry, not sorry!

    Night Thoughts fue el segundo álbum del second coming de Suede, también allá por 2015, por mucho que se empeñen algunos en que ese segundo advenimiento está empezando ahora. Su carta de presentación fue la magnífica «Outsiders», que suele ser bastante fija en el setlist de sus conciertos recientes, aunque Brett suele delegar en el público cantar algunos de los fragmentos a los que le cuesta llegar con la voz en directo, como esos «outsiders» del estribillo.

    (Así, entre nosotros: algún fan muy cercano a mí me llamó un poco al orden en su momento por no haberla elegido como la mejor del año).

    Pero es que en 2015 hubo muy buenas canciones y además a la hora de elegir lo que más me gusta siempre tiendo a tirar hacia el producto nacional. En esta, que daba título a su álbum, Francisco Nixon nos contaba con un tono costumbrista, y valiéndose de encantadores ripios, las fases de una relación de pareja que empezaba en un tren. Y volvía a demostrar que seguía siendo uno de los mejores titulando canciones o dejando eslóganes para la posteridad: «Todo lo malo que nos pasa es todo por salir de casa».

    No hay una semana en lo que no piense en el regreso de Rusos Blancos, grupo del que, por cierto, formaba parte Javi Betacam, mencionado al principio. En realidad ya no recuerdo si alguna vez dijeron oficialmente que se iban, pero lo cierto es que han pasado ya 7 años desde que publicaron su último álbum. Un grupo inteligente, irreverente e inimitable, del que me resultaría imposible elegir una canción favorita. Entre las candidatas estarían «Dudo que el amor nos salve», «Tus padres, tu novio, tú y yo», «Define serio», «¿Qué somos ahora?», «Broma antisemita» o esta fantasía technopopera titulada «Camas y trincheras». No sé si es de esas de bailar y llorar, pero a mí se me han saltado las lágrimas viendo esta actuación.

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  • 10 años después (I)

    (Hay dos canciones tituladas «10 años después», una de Los Rodríguez y otra de Álex & Christina; la buena es la segunda, por supuesto).

    Me ha dado por entrar en el Tumblr que tuve (creo que he publicado en todas las plataformas posibles) y la última entrada que había era la de mis canciones favoritas de 2015. Lucía tal que así:

    Me ha sorprendido que hay canciones que no reconozco en absoluto por el título: la de Priest (39), esa en concreto de Beach House (35), la de Nacho Umbert (32)… pero más todavía que al que ir a buscar alguna, ni siquiera me suena haberla escuchado nunca, como la de Julio Bashmore ft. Sam Dew (!?), aunque aparentemente en 2015 la consideré la vigesimosegunda que más me gustó.

    Sin embargo, tengo pocas objeciones que ponerle aun hoy en día a mi top 10 de entonces. Sin haber sido yo nunca muy del estilo (brecha generacional, etc.), la de La Mafia del Amor (la sucursal reguetonera de PXXR GVNG, que también estaban ahí, cerrando la lista) me sigue pareciendo temazo.

    Lo mismo con la del chileno Gepe, creo que es mi canción favorita suya, toda ella es una maravilla pero la parte en la que empieza a cantar Wendy Sulca es magia (parecida sensación a cuando entra Jeanette en «La puta canción de amor en la que el chico gana» de Miqui Puig», otra canción magistral y otro featuring perfecto)

    La de Grimes tampoco recordaba que me hubiera gustado tanto en su momento, pero sí, volviéndola a escuchar puedo entender el porqué. El que estuviera un tiempo con Elon Musk y tengan tres hijos llamados X Æ A-Xii, Exa Dark Sideræl y Techno Mechanicus es algo en lo que nunca he indagado mucho, pero igual es mejor así.

    Con New Order me pasa lo que con muchos otros grupos cuando no existían las plataformas de streaming y no tenías acceso a la carta a toda la música que querías de todo lo que te interesaba: en los 80, aparte de «Blue Monday», apenas los escuché, me enganché a ellos a partir de Republic (1993) y de su recopilatorio de grandes éxitos del 94, pero mis discos favoritos suyos, por vividos, son los posteriores (sobre todo, Waiting For The Sirens’ Call). Music Complete también me encanta y esta fue mi canción favorita del disco.

    Moon Tapes era un grupo de Ámsterdam que yo creo que ya no existe ya, y de los que, en cualquier caso, solo conozco esta canción. Es tan deudora de los Smiths que yo creo que Mike Joyce (que saca sus memorias en noviembre y tengo muchas ganas de leer) podría pedirles también a ellos parte de los royalties que les sacó a Morrissey y Marr. Moon Tapes también lo sabían, así que en esta actuación empezaban reproduciendo el inicio de «This Charming Man», que no estaba en la versión de estudio.

    No tenía pensado comentar todas las canciones, pero visto que va a ser así, dejo el resto para mañana (o cuando toque).

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  • (Pequeña) historia oral de Mecano

    Esto fue publicado originalmente (por partes, e incluyendo la explicación final) en un Tumblr que tenía en 2011.

    De pequeño me gustaban en secreto –yo quería avanzar sin errores por la senda del Estilo y el Buen Gusto, y Mecano, me parecía, no eran presentables–. Creo que a Genís, por razones parecidas, le ocurría aproximadamente lo mismo. Y así estuvieron las cosas hasta que Jose Luis de Chico y Chica me hizo caer en la cuenta de lo tonto que resultaba, y que las canciones de Nacho eran realmente bonitas –dejando aparte las letras, que me siguen pareciendo un desastre–.

    En fin, me pasa con ellos lo que a tantísima gente.

    Manolo Martínez (Astrud)

    Los Mecano nos parece un grupo muy sofisticado con un sonido precioso y unos arreglos de quitar el hipo. Nos encanta su temeridad o su arrojo, al menos eso percibimos en ellos, en el uso de los estilos musicales, el lenguaje y los temas a tratar: ‘El cine’, ‘Busco algo barato’, ‘Focas’, etc.

    Cuando estamos atascados en algo nos preguntamos: «¿Qué harían Mecano con esta letra?” o “¿cómo terminarían una melodía?” o “¿qué ropa y qué pelo se pondrían en la portada?”. Nos estimula mucho pensar en ellos.

    Cantan deprisa, cantan lento y meten palabras nunca vistas donde no te las esperas. Hablan de Historia, de ligoteos, de cosas trascendentes y también de cosas más tontonas del día a día. Nos descoloca su sentido del humor. ¿Has tenido en tus manos la portada del vinilo de Descanso Dominical abierta de par en par?. Son apasionantes.

    José Luis y Alicia (Chico y Chica)

    Un amigo se echaba las manos a la cabeza cuando le dije lo mucho que me había influido Mecano en mis gustos musicales. Tuve que explicarle: con Mecano me di cuenta, muy joven, que las canciones contaban historias.

    Los tres primeros discos, para mí, son fundamentales. Especialmente el primero, donde cada tema es un hit. Siempre me engancharon cosas como el ritmo y el cambio de tono de ‘Perdido en mi habitación’. Las letras son buenas porque no solo cuentan historias, sino que marcan el ritmo, y eso es muy difícil. ‘Allí me colé y en tu fiesta me planté’ encaja perfectamente con la melodía, consiguiendo un estribillo perfecto.

    Mecano fueron modernos de verdad, la traducción española de los Nuevos Románticos, con el simple propósito de triunfar sin ningún discurso o actitud –lo que no quiere decir que los grupos con cierta actitud no me gustaran–. Supongo que por eso mismo muchos los consideran muy inocentes. Yo creo que Nacho Cano es un genio que sabía cómo hacer canciones redondas, algo bastante complicado. Todo el que se sienta a hacer canciones, en el fondo, lo sabe, aunque diga lo contrario.

    Linda Mirada

    No podemos decir que seamos fans de Mecano porque ahí había dos grupos bajo un mismo nombre. Somos fans de los Mecano de Nacho y de las vocecitas de Ana Torroja, pero las canciones de José María nos dan asquito. Toda la frescura y locura que le ponía Nacho se convertía en pompa ridícula cuando tomaba las riendas Jose María. Incluso cuando Nacho se ponía serio resultaba gracioso, pero cuando José María quería ser chistoso le salía todo redicho.

    Hemos visto hace poco el musical ‘A’ y nos hemos dado cuenta de que las canciones de Nacho, incluso en el contexto más zafio, siguen brillando.

    Carlos y Genís (Hidrogenesse)

    Es una pena que el personaje Nacho Cano, que es con quien más se relaciona Mecano, tras Mecano haya hecho sombra al grupo por su excentricidad y a veces falta de modestia, porque en mi humilde opinión Nacho Cano es, después de Carlos Berlanga, el segundo mayor talento del pop de los 80 en España, y Mecano junto a Dinarama es lo mejor que ha salido de nuestro país en esa década; había otros muchos muy buenos, pero ninguno tiene un legado tan considerable. En especial hay algo de Mecano que no se tiene en cuenta como se merece y son sus letras. Se han ridiculizado bastante por su temática sin tener en cuenta su calidad en cuanto a su forma: escribir letras que suenen bien en castellano es muy difícil por sus características fonéticas, y Mecano coge alguna historia sobre un asunto trivial y escribe letras que suenan agradables y coherentes sin recurrir a las típicas letras de ‘yo te quiero tú no me quieres’. Desde luego, para mí y para mi grupo es una influencia muy importante y nunca lo hemos ocultado, y espero que en un futuro las próximas generaciones que lo que conozcan de Mecano sea su obra y no a los personajes tengan al grupo en el lugar que le corresponde.

    Santi Capote (Ellos)

    De todas las partes de este monográfico sobre Mecano, esta es la menos importante, pero de un modo u otro tenía que contarlo. La idea de hacerlo surge hace muchos meses, cuando tras sacar uno de sus últimos artefactos promocionales (podría ser el Singstar Mecano), volví a presenciar cómo en algunos blogs muchos de sus comentaristas cargaban de nuevo con saña contra ellos, algo que ya se ha convertido en una costumbre arraigada durante los últimos años

    A pesar de verlo como algo habitual, no podía evitar sentir rabia al leerlo. Mecano fue sin duda el grupo más importante de mi infancia y adolescencia, probablemente el causante de mi temprana afición a la música. Su primer disco fue también el primero que me compré conscientemente (en casete), y un concierto de la gira de Descanso dominical mi estreno como público. Luego vinieron más, y todos sus vinilos, y aunque soy el primero en darme cuenta de su declive, también creo que posteriormente no se les ha tratado como se merecen.

    Pero es que además para mí estaba clarísima la influencia que habían ejercido en músicos que luego se convirtieron en mis nuevos favoritos, y no comprendía que gente que era extremadamente crítica con Mecano se deshiciera al mismo tiempo en elogios hacia Ellos, Astrud o Chico y Chica, por ejemplo, sin establecer ningún tipo de relación entre ambas partes. Y como no quería quedarme con la duda eternamente, decidí hacer lo obvio: preguntar. Les pedí a seis de los artistas que más admiro un pequeño y absolutamente libre texto sobre el grupo. Uno de ellos no contestó, yo creo que porque nunca llegó a leer mi mensaje (y me dio vergüenza insistir), y los otros cinco testimonios son los que han podido leer estos días.

    Quiero agradecerles de nuevo enormente a Manolo Martínez, Chico y Chica, Hidrogenesse, Linda Mirada y Santi Capote sus colaboraciones, que para mí son un auténtico honor, y pedirles de nuevo perdón por todo lo que se demoró su publicación. Y, qué quieren que les diga, me reconforta el hecho de que sus opiniones hayan contribuido a hacerme pensar que tal vez yo no estaba tan equivocado. Y por supuesto gracias también a todos los que se han pasado por el blog (muchos más de los acostumbrados), lo han leído y han mostrado su apoyo a algo que a mí me hacía especial ilusión.

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  • De viaje por la ruta del bakalao (e Ibiza)

    La segunda parte de la serie La ruta, apropiadamente titulada La Ruta. Vol. 2: Ibiza, se estrenará el próximo mes de octubre en Atresplayer, y volverá a estar protagonizada por Alex Monner en el papel del DJ Marc Ribó. Como el título también indica, estará ambientada en Ibiza y al parecer servirá a la vez como precuela y secuela de la serie original, uno de cuyos alicientes era precisamente su estructura narrativa. Sobre ello hablaba hace tiempo en mi (extinto) Substack.

    La ruta es un viaje fascinante, del que uno no sale siendo el mismo que entró, y pensado para ser hecho dos veces: su narrativa está estructurada de tal modo que solamente en un segundo visionado seamos capaces de dar sentido a pequeños detalles narrativos que se nos podían haber escapado al principio y sin los cuales no tendremos la capacidad de encajar todas las piezas del puzzle que, por cierto, es el nombre de una de las discotecas protagonistas y el título del primer capítulo.

    También dejaba allí lecturas y escuchas derivadas y recomendadas; estuve ciertamente obsesionado entonces y espero que esta segunda parte esté a la altura, tengo muchas ganas.

    Como bonus track, esta colaboración que en su momento, y sobre el papel, prometía mucho: en 1998 Fangoria y Astrud grabaron una versión de «De viaje» de Los Planetas y la editaron en un CD single para el Club Fan Fatal, el club de fans de Fangoria (con portada, además, de Javier Aramburu). Lamentablemente, creo que el resultado no estuvo a la altura de la suma de sus ingredientes y la canción me parece un poco fallida. Esta remezcla, editada a modo de cara B y titulada «De viaje por la ruta del bakalao», está algo mejor sin acabar de ser redonda:

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  • La gran verdad

    Publiqué esta entrada originalmente en mayo de 2005 en el blog que tenía en aquella época. La reproduzco tal cual, sin cambiar nada respecto a entonces (incluido el título original). Adelante mi yo de hace 20 años, en el que todavía me reconozco bastante.

    No cabe duda de que el caso de la artista conocida como Tamara, Ámbar o Yurena, según la época, es digno de estudio. Una chica de pueblo, con no muchas luces, poco o nulo oído musical, muy inocente, y con una ambición: hacer una carrera musical a pesar de tener una voz de lo menos afinada para tal menester. Y la pobre, no sé si por aquello de «el fin justifica los medios» se empieza a rodear de un autentico circo de frikis casi imposible de imaginar: Leonardo Dantés, Tony Genil, Paco Porras, Loly Álvarez, y, para rematarlo todo, su madre, la simpar Margarita Seisdedos. Y entonces llegan las polémicas surrealistas, las declaraciones absurdas, lo más kitsch que le ha sucedido a la prensa del corazón española en toda su historia. Todo sin duda de lo más inverosímil, pero desde luego más entretenido y divertido que las andanzas de otros profesionales de la prostitución sentimental.

    Entonces sucede algo inesperado: algunos de los compositores más reputados de la escena musical del país (al menos en los círculos más alternativos) deciden adoptarla como musa y construirle un disco a su medida, autoparódico y a mayor gloria del personaje en el que se convirtió. Supongo que la razón primordial fue el de la transgresión, hacerla un icono si cabe más grande de la cultura basura, y, en definitiva, convertir a Tamara en lo más punk surgido en España en muchísimos años. Y si ese era el objetivo, no cabe duda de que se consiguió con creces: la mayoría del público vio Superestar como una broma de mal gusto, como un atentado musical, una forma de reírse de los músicos serios que luchan día a día por ganarse su pan (este tópico no me lo creo ni me lo he creído nunca).

    Quizá haya también algo de transgresión en dedicarle una entrada monográfica a este álbum, pero más allá de eso, cuando digo que me gusta, y mucho, no miento. Lo único negativo que puedo decir de él es que lo he descubierto en su totalidad en 2005, cuatro años después de su publicación. Y ahora es cuando viene «la gran verdad»: Superestar de Tamara es un disco magnífico, que le da mil vueltas al 80% de la música publicada en España en los últimos años. Y me quedo tan ancho. Es cierto que uno tiene que acostumbrarse a su particular voz, pero una vez superado este obstáculo, uno se ve recompensado con creces. Este es Superestar corte a corte:

    1. «Tiembla Tamara». Comienza el espectáculo de glorificación del personaje con máximas de justificación personal en la letra («No te pienses que soy algo pasajero, nauseabundo…»), reflejos de su imagen social («Soy espíritu de un mundo inmundo») y mi frase favorita de Tamara: «Odio el odio». Todo ello envuelto por una bonita melodía compuesta por Luis Miguélez y Juan Tormento, antiguos miembros/colaboradores de Dinarama y McNamara, entre otros, y actualmente conocidos como Glamour To Kill.

    2. «Un recuerdo». Compuesta por Rafa Spunky, conocido sobre todo por su faceta de corista de Fangoria, es mi favorita del disco, y desde ya, un clásico techno-pop. La producción del propio Spunky es simplemente perfecta, con ese principio que recuerda a… ¡Kraftwerk! Y, sorprendentemente, la voz de Tamara se convierte en la mejor aliada de una triste letra sobre un fracaso amoroso.

    3. «La noche». Es una de las canciones del repertorio anterior de Tamara, incluida en una maqueta que grabó en 1994. La renovada producción hi-energy la convierte en la más bailable del disco, y en otra de mis favoritas. Habla de algo tan viejo como intentar ahogar los problemas cotidianos en el hedonismo de las salidas nocturnas («La noche, es la hora de bailar»), lo cual la convierte en una pariente próxima, al menos temáticamente, del «Saturday Night» de Suede. Me hace gracia especialmente una frase: «Salgo deprisa de la oficina, hasta las diez no tengo nada que hacer». Y es que la improbabilidad de imaginarse a Tamara en un trabajo normal de 9 a 5 no deja de provocarme una sonrisa.

    4. «Hablando por hablar». El particular «A quién le importa» de la bilbaína. Paradójicamente, canta a dúo con Víctor Sandoval (sí, el periodista del corazón, que también tuvo una efímera carrera musical hace años) un alegato en contra de la rumorología y de aquellas personas que no tienen nada mejor que hacer que dedicarse a criticar o inventar falsedades sobre vidas ajenas. La historia de su vida, vamos, y la de muchos más: «Envidia nada más, hablando por hablar, pequeñas víboras de bar. Su lengua usarán, y envenenarán, viviendo para criticar a los demás». Aparte del propio Sandoval, firman la canción Nacho Canut (Fangoria) y su hermano Mauro (aka Bazoka Nut, miembro de Los Vegetales e Intronautas).

    5. «Superestar». En esta ocasión, firma Tito Pintado (Penelope Trip, Telefilme, Anti…). Otra letra de orgullo propio y de exaltación del ego («Mira las revistas, fíjate en las listas, soy número 1, éxito descomunal…») con producción y coros de lujo.

    6. «Amor caníbal». Uno de los momentos más calmados del disco. Los autores son Nacho Canut y Carlos Berlanga, que es, como ya he dicho en otras ocasiones, uno de mis compositores musicales favoritos de todos los tiempos. Se nota su sello en la letra, magnífica, sobre la voracidad del amor, aunque musicalmente no es de mis preferidas del disco.

    7. «Volverás a mí». Otra de las canciones antiguas de Tamara, aparece tal y como fue concebida en su día, sin nuevos arreglos o producción. De las más flojas.

    8. «La pesada». Joaquín Fernández se une a la nómina de autores ilustres con esta canción que podría haber aparecido en cualquiera de los discos de su grupo, Los Nikis, aunque arropada por una producción electro cortesía de los barceloneses Teen Marcianas. Una de las que más me gustan.

    9. «Nada para mí». Durante los primeros cuarenta segundos parece que estamos escuchando una canción de los Pet Shop Boys de la época Introspective. Pero pronto la voz de Tamara nos devuelve a su triste realidad («Esperando aquí sentada, ya no espero nada») y en otro momento nos reconoce sus miserias («No soy feliz»). Los autores vuelven a ser Nacho Canut y Carlos Berlanga, en un tema que no desentonaría en cualquier disco de Fangoria. Magnífica.

    10. «Vete a la porra». La amarga melodía de Bazoka Nut y C. Barral sirve como perfecto armazón a una letra en clara referencia a su affair con el adivino verdulero (al que se apela ya desde el título). Vemos indicios de arrepentimiento, pero también claras intenciones de reírse de sí misma («Cuando vuelvo a recordar, no puedo evitar reírme en vez de llorar. Unas copas y algo más, no sé que pasó, qué hubo entre tú y yo. Y ahora es cuando me doy cuenta de lo estúpida que fui, qué inocente de la vida, cómo pude fijarme en ti, sólo sabes mentir»). Su particular venganza.

    11. «Tú vas a ser mi hombre». Junto a «Un recuerdo», el momento más brillante del disco. La más guitarrera y una de las más pegadizas, parece salida del Rock station de McNamara. No en vano, componen y producen este auténtico himno, de nuevo, Luis Miguélez y Juan Tormento.

    12. «No podrán conmigo». Una nueva letra de afirmación personal, un poco lastrada por una de las producciones más discretas, que la acercan peligrosamente a los terrenos de Camela.

    13. «A por ti». La tercera de las canciones no compuestas ex profeso para Superestar y, sin duda, una de las más populares de la artista. Poco que añadir, salvo que me sigue haciendo mucha gracia la parte de «Hoy voy a salir sin ropa interior».

    14. «Ven, ven, ven (Hiroshima Mix)». Como broche de oro para un álbum imprescindible, un breve experimento sonoro a capella y con vocoder a cargo de Ibon Errazkin y Teresa Iturrioz, miembros del desaparecido grupo donostiarra Le Mans.

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