Categoría: Literatura

  • Todo menos Tracey

    I seem to have really convinced myself that if I move my desk into a different position in this room I will get a great idea for a new book

    Tracey Thorn (@traceythorn.bsky.social) 2025-09-09T12:02:18.290Z

    Pues mira, ojalá le resulte y escriba un libro nuevo, porque todos los que ha sacado hasta ahora son fabulosos y porque echo de mucho menos sus columnas en The New Statesman. Los he recomendado mil veces, pero no me importa hacerlo una más, que además la última vez dije que eran tres y son cuatro, en realidad. Traducido al español solo está uno de ellos (aquí titulado Otro Planeta. Memorias de una adolescente en el extrarradio), si no me equivoco otra vez.


    Fue un notición que Tracey Thorn y Ben Watt, es decir, Everything but the Girl, regresaran en 2023 con un álbum de estudio titulado Fuse, que además estaba muy bien. Hacía 24 años que habían sacado el anterior, Temperamental (1999). Y otro notición fue que Tracey venciera su pánico escénico para que el grupo diera una serie de conciertos íntimos en el Moth Club de Londres. Tras el éxito de los primeros, ahora tienen una especie de residencia que aún continúa.

    Lo que anuncian ahora Everything but the Girl es un recopilatorio que lanzarán en noviembre, y que empieza por todo lo alto, con la canción (o más bien su remezcla, a cargo de Todd Terry) que les cambió la vida: «Missing».

    «We always liked albums that had a fast side and a slow side,» says Tracey of the compilation’s running order, «so we thought we’d start with the bangers and wind down with the ballads.»

    A «Missing» le siguen «Nothing Left To Lose», del último disco, y una de mis favoritas, «Tracey In My Room (Lazy Dog Bootleg Vocal Mix)», que es en realidad un mash-up que Ben hizo de «Wrong» (una de las canciones de EBTG) y «Come Into My Room» de Soul Vision.

    Obviamente, el grupo es mucho más que electrónica y pista de baile (aunque fue eso lo que los lanzó a la fama), y su eclecticismo y falta de prejuicios se ven reflejados en el resto del tracklist, que termina con el que fue su primer single, su versión del «Night And Day» de Cole Porter.


    Iba a hablar de más cosas, pero las dejo para otro día. Sí voy a aprovechar para decir que esta es la última entrada del blog que anuncio en Bluesky. Lo estaba haciendo más que nada para que la gente supiera que esto existía, pero a estas alturas imagino que esa función está cumplida. Recuerdo las otras formas de estar al tanto de lo que sucede aquí (aparte de entrar directamente, claro): el RSS o la suscripción al boletín de los viernes con las entradas publicadas esa semana. ¡Gracias!

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  • Música por teléfono

    Estoy leyendo Cruzando los dedos, el libro de memorias de Miki Berenyi, editado por Contra, que me está molando mucho más de lo que esperaba. Me gustaban bastante Lush en su momento, pero tampoco era superfán y nunca me había interesado demasiado por su historia personal, aparte del desgraciado suicidio de Chris Acland, el batería del grupo, hecho tras el cual Lush se disolvieron. Eso sí recuerdo haberlo escuchado en su momento en el programa de radio Viaje a los sueños polares, en su etapa en Los 40, aunque tampoco sabría decir si cuando lo contaban sus presentadores, Luis Calvo y Joako Ezpeleta, era algo que acababa de suceder o si estaban hablando de algo que ya había pasado tiempo atrás. En mi cabeza es lo primero (y por las fechas puede ser), pero a veces los recuerdos nos traicionan, y eso es algo que también me gusta de la narración de Miki, que en ocasiones ella misma no está segura del orden cronológico exacto en el que pasaron ciertos eventos: no siempre hay un encaje exacto entre el recuerdo y la fecha, entre qué sucedió antes y después (como es lógico, por otra parte, y supongo que quien en este tipo de libros tiene perfectamente estructurado todo cronológicamente es en gran parte porque le aporta una parte de fantasía o invención, sea voluntaria o involuntaria). No he llegado aún a la parte en la que cuenta la muerte de Chris, en cualquier caso.

    Pero no venía a hablar yo hoy del libro en sí, sino de algo que se menciona en él y de lo que yo no había oído hablar nunca: un servicio telefónico, Dial-a-Disc, que hubo en el Reino Unido (y al que Miki Berenyi llamaba cuando era joven) que consistía en que marcabas el 16 o el 160 (desde un teléfono fijo, obviamente) y, tras un breve mensaje y un tono, empezaba la canción que había sido programada para ese día, que sonaba en loop. En un principio estaba limitado a las siete canciones más populares del momento en el país, pero luego se extendió a ocho (había dos canciones el domingo) y en su versión completa llegó a incluir el top 20. A mediados de los 70, Dial-a-Disc recibía un promedio de 70 millones de llamadas anuales y alcanzó su pico máximo en 1981, con 200 millones de llamadas en el año, poca broma.

    Ahora que nos hemos acostumbrado a acceder directamente a prácticamente cualquier canción o disco de la historia (también son lejanos, pero más recientes, los tiempos en los que tenías que elegir comprar los discos que tu presupuesto te permitiera, te coincidiera que sonaran en la radio o incluso leyeras sobre ellos e hicieras el ejercicio de imaginártelos), no deja de resultar chocante que hubiera (mucha) gente que llamara por teléfono para escuchar la canción del día, sin que tampoco la calidad de sonido fuera un valor en sí mismo como ahora. Y aunque, por lo que cuentan, había tramos de horarios de tarifas reducidas, también hay anécdotas de quien recibía (o más bien sus padres) facturas generosas por su afición a la música. Hay algunas historias chulas en los comentarios de este artículo.


    El actual proyecto de la excantante de Lush se llama Miki Berenyi Trio, tuve la ocasión de verlos a principios de este año en directo, pero me dejaron un poco frío, en parte porque no tenían apenas nada editado (los vi en enero y sacaron su primer disco en abril) y era la primera vez que escuchaba casi todas las canciones, excepto un par de Lush que sí tocaron (entre ellas la estupendísima «Ladykillers»). Pero, una vez escuchado, el disco está bastante bien, y esta canción en concreto, «Vertigo», es muy guay. Dejo también debajo un vídeo que grabé yo de «Ladykillers».

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  • Planes de verano

    Las crónicas veraniegas (y parisinas) de Rubén Lardín ya son un clásico. Hace un tiempo nos las regalaba en elDiario.es y últimamente están en Letras Libres, donde hace poco publicaba la primera entrega de este año («Mis planes en París son los de siempre: atender el panorama»).

    De algunas de esas crónicas pasadas he sacado yo lugares que visitar en París, como el Museo Gustave Moreau; solo estando allí pude comprender plenamente este fragmento (y corroborar que, efectivamente, es uno de los mejores, si no el mejor):

    En lugar de celadores, este, que es el mejor museo de París, cuenta con tres grandes perros negro azabache, alanos españoles perfectamente adiestrados que se ocupan de mostrar los dientes cuando sienten amenazada una pintura. Dos de ellos, sentados sobre los cuartos traseros, hacen guardia en las salas superiores, las que se corresponden con el taller del artista. Un tercero, instalado en la parte de vivienda (la casa del brujo), permanece alerta tumbado junto a la que fuera la cama del pintor, un lecho diminuto a ojos contemporáneos.

    Lardín es también (aparte de muchas otras cosas, claro) el autor de uno-de-los-mejores-si-no-el-mejor podcasts españoles, La mano contra el sol, donde también atiende el panorama: pasea, observa y cuenta (como nadie). Este es su último episodio, publicado ayer y que todavía no he escuchado:


    El único que puede disputarle el trono (como no podía ser de otra manera) es EPSA (El programa de Sita Abellán), del que siempre me enorgullezco de ser algo así como el oyente cero (ahí estoy desde 2012) o, en todo caso, de habérselo recomendado (y, consecuentemente, enganchado a él) a un montón de gente. Miguel Agnes es, probablemente, la figura más importante de la (contra)cultura española de estos tiempos y así será reconocido cuando se reescriba bien la Historia.

    El archivo de EPSA es insondable, y de hecho parte de él ha desaparecido (voluntaria o involuntariamente), pero da igual por dónde empezar o qué formato elegir, con todo obtienes recompensa. Uno de los últimos es el libérrimo especial de casi 7 horas sobre Superestar, la serie de Vigalondo sobre la que funciona como complemento perfecto.


    Hablando de espíritus libres y contraculturales, Esty Quesada es entrevistada en Público por mi querido Enrique Aparicio, que la define como «quizás la única persona verdaderamente ‘incancelable’ del país». Enrique tiene también una sección veraniega en ese diario, llamada Aquellos agostos, en la que charla con diferentes artistas españoles (entre ellos Carlos Areces, Hidrogenesse, o Fernando Méndez-Leite) acerca de su relación con esta estación del año. La última, como decía, es Esty, una habitual también de EPSA (o más bien EPSI, pero esto ya es para iniciados), que deja varios titulares de los suyos.


    Cuando llegue ya el otoño, Miguel Agnes y el también ínclito Brays Efe estrenarán en la Cineteca de Madrid un ciclo llamado Linterna, que consistirá en «una sesión mensual que combina una proyección con una conversación entre amigos, proponiendo una relectura irreverente y luminosa del canon cinematográfico: una forma de reencantar la cinefilia desde la charla, el humor y la inteligencia». Procurarán, además, que se trate de películas que actualmente no pueden encontrarse en plataformas. La primera del ciclo es Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle, de Éric Rohmer.

    No he vuelto a Madrid desde que me fui hace año y medio, y creo que todavía necesitamos darnos un tiempo antes de que eso suceda, pero si estuviera por allí, no me lo perdería, desde luego.


    El programador de la Cineteca es Vicente Monroy, cuyo librito (sirva como diminutivo cariñoso y también de tamaño, pues tiene apenas 100 páginas) Breve historia de la oscuridad. Una defensa de las salas de cine en la era del streaming me regalaron por mi cumpleaños y es una pequeña maravilla muy recomendable. Por aquí dejo también la entrevista que Aimar Bretos le hizo en Hora 25 a propósito del libro. A Vicente da gusto leerle, pero también oírle (y verle, ya que estamos).


    Y para terminar, una canción. Cuando busco un título para las entradas del blog, lo primero que siempre me viene a la cabeza para plagiar es el de una canción ya existente. En este caso, es la que daba título al primer disco de Algora (que está jovencísimo en este vídeo) y además está muy guay.

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  • La nostalgia imaginada

    Coincidiendo con el 86º cumpleaños de Álvaro Pombo, Hidrogenesse publicaban esta maravilla titulada «Imaginado es todo», la primera de las canciones de un álbum que próximamente dedicarán por completo a musicar poemas del escritor español, que ganó el Premio Cervantes el año pasado.

    La admiración de Hidrogenesse ―y más en concreto de Genís Segarra― por Álvaro Pombo no es nueva. Recordemos que uno de los álbumes de Astrud, grupo del que también era componente Genís, tomaba su nombre de un verso de uno de sus poemas, que aparecía reproducido en los créditos del disco.

    Yo dije la verdad lo dije una y otra
    vez a todo el que quiso oírme
    e incluso varias veces a quienes
    no querían oírme no fue un gesto
    excesivo ni me costó trabajo
    sencillamente decidí repetir
    lo que había

    dicho tantas veces ya cuchicheándolo
    en los pequeños oídos
    de las lagartijas
    como un ave desafortunada
    que entona varias melodías
    ligeramente indecisas
    y ninguna emitida para ser escuchada
    o deleitar o entristecer al hombre

    Nada en realidad ha sido pensado
    para que tú lo entiendas
    ningún jeroglífico se dibujó
    minuciosamente para que tú
    te perdieras
    ningún tesoro se escondió
    para que tú lo encontraras

    Tú no existes.

    El otro día encontré en Youtube este fragmento de una entrevista de 2007 (en catalán) en el programa L’hora del lector de TV3, en la que Genís y Manolo, el otro componente de Astrud, hablaban de sus influencias literarias. Ahí está ya Álvaro Pombo, pero también ―cómo no― Noam Chomsky, Góngora o Douglas Coupland, de quien Astrud tomaron prestado otro célebre título, «La nostalgia es un arma». Pero igual de eso hablaremos otro día.

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  • (Tennant &) Tempest

    No he escuchado entero Self Titled, el nuevo álbum de Kae Tempest, solo dos de las canciones de adelanto que había sacado («Statue In The Square» y «Know Yourself», ambas magníficas), pero he visto que Neil Tennant cantaba en una del disco y me he ido directamente a por ella. Y es muy emocionante.

    I never knew
    How little I knew until I met you
    I never knew
    How perfect things were, until I was perfect for you

    Pero qué voy a decir yo, claro. Pues algo parecido a lo que comenta alguien en YouTube:

    • Aparte de este match made in heaven, aprovecho para recomendar Divisible entre sí mismo y uno, el poemario (uno de los varios que tiene Kae Tempest, aparte de otras obras literarias) que publicó el año pasado en España Arrebato Libros, en una cuidadísima edición bilingüe traducida por la también polifacética escritora y actriz Violeta Gil. Un tratado (que en ocasiones requiere de una lectura ardua y esforzada) sobre orgullo, amor e identidad.
    • Uno de los hándicaps de ir a un concierto suyo puede ser no disponer de la traducción que sí proporciona el libro, con lo que a los que no somos hablantes nativos de inglés la ametralladora verbal de Kae nos puede resultar avasalladora, pero de igual modo es una experiencia cautivadora e imprescindible. Que nadie pierda la oportunidad si se le presenta cerca.
    • Tres canciones por las que empezar con Kae Tempest: «Europe Is Lost», «I Saw Light» (con Grian Chatten de Fontaines D.C.) y «People’s Faces» (escuchar esta sin llorar es un reto para mí).

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