Categoría: [Música]

  • Pump up the Volume

    Pet Shop Boys han anunciado hoy la publicación de Volume, un libro de casi 600 páginas que sirve como retrospectiva visual del grupo, incluyendo material como las portadas y demás elementos de todos sus discos, imágenes de sus vídeos, sesiones de fotos… Es la continuación del que publicaron en 2006, Catalogue (que ya era una maravilla), y supone, así, el registro visual completo del grupo desde 1984 hasta 2024. Sale a la venta en abril, pero se puede reservar y comprar ya (ya lo he hecho, claro), porque por lo visto ahora todo hay que comprarlo con meses de antelación.

    También han anunciado para abril cinco conciertos íntimos en el Electric Ballroom de Camden para conmemorar el 40º aniversario del lanzamiento de su álbum de debut, Please. Más allá de que, como ya he comentado alguna vez, siempre es el aniversario de algo (siguiendo con Pet Shop Boys, hoy, por ejemplo, es el 35º del lanzamiento de “Being Boring” como single, nada menos), es muy guay y poco frecuente que uno de tus grupos favoritos te acompañe durante la mayor parte de tu vida, que hayan ido sacando discos todo el tiempo y que sigan activos y en plena forma. Hay un disco y una banda sonora de Pet Shop Boys para cada una de las etapas de mi vida. Y ojalá que haya muchos más.

    Mi single de «West End Girls», comprado en su día en Simago por 295 pesetas.

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  • Sorry (not sorry)

    Aparte de El Disco, esta semana también se ha publicado el tercer álbum de los londinenses Sorry, que lleva por título COSPLAY. Sorry es un grupo que no ha tenido demasiado éxito comercial (ninguno de sus dos primeros discos entró al top 100 de las listas británicas), pero con el que tengo ―tenemos― una conexión muy especial que hace que esté entre nuestros favoritos.

    Todo viene de la edición de 2017 del Visions, un festival multisala que se celebraba en Londres. Allí, en The Sebright Arms, vemos por primera vez a Sorry, oficialmente un quinteto pero cuyo núcleo duro lo forman Louis O’Bryen y Asha Lorenz, amigos de la infancia y fundadores de la banda. Apenas vemos un par de canciones, porque poco después, en otro venue tocan Shame, que es a quienes en realidad queremos ver, pero nos quedamos con el nombre, y la chispa de Sorry ya ha prendido.

    Al año siguiente tocan en otro festival al que vamos, The Great Escape, en Brighton, y repiten en el Visions, y a esas alturas ya somos fans y vemos los dos conciertos completos. Hasta entonces no tienen aún un álbum, sino que van publicando singles y un par de mixtapes. Luego llegamos al punto de hacer viajes ex profeso para verlos, así que en febrero de 2020 nos plantamos en Oxford, donde después del concierto se quedan firmando discos (acaban de publicar, ahora sí, su primer álbum, 925) y hablando con la gente, y tengo la oportunidad de hablar con Louis, que está en una esquina con cara de aburrido, pero finalmente me da palo y no le digo nada.

    Estamos en febrero de 2020, y el álbum acaba saliendo oficialmente el 27 de marzo. Y ya sabemos qué paso en marzo de 2020, ¿no? Para mí esa es una de las claves del poco impacto de ese disco, del que no se pudo hacer promoción ni gira de presentación. Nosotros, en nuestra vorágine fan, teníamos ya entradas y billetes de avión comprados para verlos en Bruselas y Ámsterdam, pero ninguno de los dos acaba sucediendo, claro.

    Un fundido en negro y después… estamos en octubre de 2022 en Brighton, en la presentación de su segundo álbum, Anywhere But Here, en la tienda de discos Resident, donde nos firman el disco y hablamos bastante animosamente (y yo paso bastante maleducadamente del resto de miembros del grupo, porque yo con quien quiero hablar es con Louis y Asha). Les contamos que los hemos visto ya varias veces y que unos días después iremos a verlos… a París (supongo que para resarcirnos para aquellos de la pandemia que nunca sucedieron). Ya en la capital francesa, veo justo antes del concierto en el bar de al lado de la sala a Louis, intento hablar con él, pero ni me reconoce de Brighton ni parece con demasiadas ganas de charla, así que le doy las gracias, le deseo un buen concierto y no lo molesto más.

    En Resident, Brighton.

    La última vez que los vimos fue como teloneros de Fontaines D.C. en Dublín el pasado diciembre, donde tocaron ya varias canciones de este tercer disco, que, como digo, salió ayer. Curiosamente, nunca los hemos visto en España; iban a actuar en Madrid y Barcelona (teníamos entradas para el primero), pero acabaron cancelando, no recuerdo la razón. Aparte de eso, creo que aquí solo han estado en algún festival suelto. ¿Cuándo será la próxima vez? No lo sé muy bien, ese tipo de viajes improvisados que hacíamos eran más fáciles desde Madrid. En diciembre tienen gira por Estados Unidos, luego por Reino Unido y más tarde el resto de Europa, así que quién sabe. En cualquier caso, me alegro de que, al menos en cuanto a conciertos, les vaya genial, y les deseo lo mejor, porque los quiero mucho.

    Sus dos primeros discos me gustan un montón; de este último estoy en proceso de escucha todavía, pero tiene muy buena pinta (la primera canción, “Echoes”, que ya conocía, me flipa) y me mola que sigan a su bola, haciendo lo que quieren y sin ser complacientes. Otra de ellas, “Candle”, la eligió el otro día Rockdelux como canción del día, y me molan las palabras que les dedicó Juanma Freire, uno de mis críticos favoritos (y creo que también fan), y que reproduzco aquí (y de paso él os explica mejor a qué suenan Sorry).

    Tras aciertos del nivel de “Waxwing” o la fascinante “Echoes”, especie de eslabón perdido entre Beach House y Sonic Youth, Sorry terminan de avanzar el álbum “COSPLAY” –previsto para hoy, viernes, día 7– con la arrastrada “Candle”, nueva señal de que el nuevo largo del grupo indie londinense es el más variado hasta la fecha. El elemento cohesivo entre todos los adelantos y, quizá, todo el tracklist es un nervio sugerente, una sensación estimulante de que cada canción está aún por terminar de formar y que podría romperse en nuestros oídos en algún momento.

    Asha Lorenz y Louis O’Bryen, núcleo creativo del proyecto, siguen buscando formas de no repetirse y añadir dosis de intriga a su día a día. En el caso concreto de “Candle”, sorprenden con un piano medio honky tonk, de los que tanto gustan a la gran Aimee Mann, o una Lorenz menos estoica que expresiva, que se deleita sonoramente cantando la palabra “cunt” (“zorra”) y parece mirar hacia la intensidad blues de Beth Gibbons en el tercer y mejor minuto de canción. Quizá no tenga el impacto directo de “Echoes”, pero tras un puñado de escuchas se revela como un grower, y crecer, ha crecido, desde que empezaron a tocarla en directo a finales de 2024.

    “COSPLAY” es la esperada continuación de “Anywhere But Here” (2022), un segundo disco en el que, con ayuda de Adrian Utley (Portishead) y Ali Chant en la producción, Sorry se asomaban a un potencial masivo sin abandonar su idiosincrasia. Allí, “Screaming In The Rain”, con algo de dueto imaginario entre Damon Albarn y Karen O, debió ser un hit en toda regla, pero no lo fue. Con este nuevo álbum no parecen aspirar a según qué niveles de fama, pero lo mainstream admite ahora muchas formas y, quién sabe, quizá “COSPLAY” les dé una nueva dimensión popular. Estaremos atentos al desarrollo de su historia.

    Otro día, un listado con mis canciones favoritas de Sorry.

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  • Ross vs Morrissey

    Hace un rato ha terminado The Celebrity Traitors, y el programa final ha estado a la altura de toda la temporada y más allá: ha sido increíblemente vibrante y he gritado y llorado con el desenlace. Como ya he dicho en varias ocasiones, nunca me había gustado tanto un formato televisivo.

    No voy a dar más detalles sobre la temporada y su final, pero tomaré como excusa el programa para hablar de uno de sus concursantes, el presentador Jonathan Ross. Durante el tiempo que viví en Inglaterra veía muy a menudo el talk show que tenía en la BBC, y siempre tengo presente esta entrevista que le hizo por aquel entonces (2004) a Morrissey, que estaba a punto de lanzar el fabuloso You Are The Quarry. Es un intercambio muy divertido, en el que Ross empieza preguntándole al cantante si puede llamarle Stephen (obviamente responde que no) y continúa tratando de entablar amistad con él, algo en lo que Morrissey tampoco está especialmente interesado, porque ―dice―no le gusta la gente, aunque al final casi cede. También charlan sobre vegetarianismo y Mozzer deja algún otro titular como «I don’t perform, ever».

    La entrevista es, obviamente, en inglés, y los subtítulos automáticos que se pueden seleccionar en YouTube ayudan a no perderse en algunas partes.

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  • Pero el cielo es sublime

    Gracias a esta recomendación de @srlansky en Bluesky, estos días no dejo de escuchar el disco de nous étions une armée, un grupo francés del que no había oído hablar, y además él describe perfectamente tanto aquello a lo que recuerda (hace no mucho colgaba yo también por aquí esta obra maestra de Diabologum) como lo que evoca (sí aquellos FIB de finales/principios de siglo).

    Qué cosa tan maravillosa el disco de nous étions une armée. Apela a un tipo de nostalgia muy específica: grupos franceses que tocaban en el escenario Viaje a los sueños polares del FIB. Recuerdan a Diabologum y al disco de Michel Houellebecq con Bertrand Burgalat.www.youtube.com/watch?v=psOE…

    Pepe B. (@srlansky.bsky.social) 2025-10-28T09:05:21.526Z

    Es un álbum muy entretenido de escuchar, que a mí me entrado a la primera y cuya secuenciación, alternando momentos de intensidad con otros más serenos, como para tomar aire, contribuye a inesperadas descargas emocionales, y más teniendo en cuenta que no sé muy bien de qué habla, ya que no he encontrado por ahí las letras y mis conocimientos de francés no dan para tanto. Pero musicalmente hay algo que me llega y me estimula profundamente.

    Algunas canciones a destacar: la que le da título al álbum y también «territoire perdu» o «le poignard dans le <3» (que, como algunas otras, tiene además un cierto punto radioheadesco).

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  • No rompas más mi pobre corazón: ‘West End Girl’ de Lily Allen

    No estaba yo muy al tanto últimamente de la vida y milagros de Lily Allen, así que me enteré de la noticia de que sacaba disco casi en el último minuto. Luego he visto que, en realidad, no lo había anunciado mucho antes, solo con una semana de antelación. Tampoco sabía nada de su separación del actor David Harbour ni de su retiro temporal debido a problemas de salud mental. Pero resulta que todo ello estaba relacionado: West End Girl (que en realidad hace referencia a su carrera como actriz teatral) es un disco grabado en dieciséis días y que gira en torno a la mencionada ruptura amorosa. Y un disco devastador.

    Sigo siendo (la fuerza de la costumbre, supongo) mucho más aficionado a leer críticas (musicales, cinematográficas, literarias) que a consumirlas en cualquier formato audiovisual, ya sea pódcast, tiktok o vídeo de Youtube, pero me topé el otro día con este reel de Instagram de Sebas de Jenesaispop y la verdad es que cuenta muy bien todo el disco y sus circunstancias.

    (Nota: mi intención era que se viera la publicación de Instagram sin tener que redirigir allí, pero no he sido capaz de hacerlo).

    Habla Sebas ahí también de su segundo álbum, It’s not me, it’s you, referenciado en una de las canciones del nuevo, y que fue el que a mí (como a tanta otra gente) nos convirtió en fans de Lily Allen. El principio de ese disco (más en concreto las cuatro primeras canciones) es prácticamente perfecto. Tengo la espinita clavada de no haberla visto nunca en concierto,
    ya que canceló dos veces seguidas en dos FIB a los que fui. Bueno, miento, en realidad sí la vi un poco, pero de lejos y sin hacerle mucho caso, en el Summercase 2007; por aquel entonces aún no había llamado mucho mi atención.

    Coincido en que tal vez West End Girl, en cuanto a número canciones redondas, no esté a la altura de aquel o algún otro (el que más se le acerca, el primero), pero no importa mucho, porque creo que su impacto emocional es tremendo y a mí también me ha dejado bastante tocado (imprescindible, sí, la escucha en orden cronológico y con las letras delante). Ha entrado al número 4 en la lista de álbumes del Reino Unido y tres de sus canciones («Pussy Palace», «West End Girl» y «Madeline») al top 40 de singles. Ha anunciado también una gira en marzo del año que viene en teatros del Reino Unido y en The Guardian en la última semana le han dedicado ocho artículos y un pódcast. West End Girl es un disco para escuchar, pero también del que hablar.

    Lily, espero que estés muy bien.

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  • Las sensibilidades de las personas deben tomarse en cuenta

    Sigo superenganchado a The Celebrity Traitors (y llevando regular poder ver solo dos programas por semana), donde además ―y sin hacer spoilers― están sucediendo cosas que nunca habían sucedido antes, al menos en las tres ediciones con concursantes no famosos que se habían emitido anteriormente.

    También he visto algún que otro nuevo true crime, tanto de los buenos como de los malos. Entre los primeros, destaco The Perfect Neighbor (Netflix), con un único capítulo de hora y media que va, como su título indica irónicamente, de una vecina problemática, y que está muy bien tanto desde el punto de vista formal (está grabado casi en su totalidad por las cámaras corporales que ahora llevan prácticamente todos los policías) como político/ideológico: en el centro está una ley de autodefensa, en este caso del estado americano de Florida denominada «Stand Your Ground», que «brinda a las personas el derecho a protegerse usando fuerza razonable«. Vamos, que puedes cargarte a alguien si alegas que tenías miedo y temías por tu vida. Pero ¿dónde está el límite?

    Entre los malos, Una noche en Idaho: Los asesinatos en la universidad (Prime Video), que parte de un caso interesante y en algunos momentos, casi los únicos destacables, se enfoca en cómo detectives aficionados en redes sociales se obsesionaron con ello y empezaron a lanzar teorías disparatadas y a señalar y sobreexponer sin pruebas a quienes creían culpables, incluyendo a amigos de las víctimas. Pero esa denuncia no da para estirarlo a lo largo de cuatro capítulos bastante prescindibles y que se regodean en un sentimentalismo muy sensacionalista.


    Me parece bien la adaptación gráfica española de ‘spoiler‘ como ‘espóiler’, con la acentuación que le corresponde por ser llana acabada en -r, pero el plural me parece igual de problemático que otros similares. Y es que en español los plurales de las palabras terminadas en -r deben terminar en -er, pero nadie dice ‘espóileres’, o ‘pósteres’, o ‘córneres’ (aunque sí, por ejemplo, y como muestra de lo aleatorio que es a veces el uso con respecto a la regla, ‘líderes’). Entonces, aunque en la lengua hablada sí digamos ‘espoilers’, ‘posters’ o ‘corners’, a la hora de escribirlo cambiaría la regla de la acentuación, ya que terminarían en -s y ya no serían esdrújulas, sino llanas, así que no cabría acentuarlas, pero a mí resulta muy extraño un singular acentuado y el plural no, es decir, ‘espóiler’ frente a ‘espoilers’, aparte de que la terminación -rs no es natural en español.

    Esto no deja de ser más que un entretenimiento para mí, pensar en estas cosas por un sesgo derivado de mi formación (y no deformación profesional, ya que nunca he ejercido), pero en realidad con el tiempo he ido aficionándome más a la observación y análisis de la anarquía ortográfica y sintáctica que han traído las redes sociales. También me da un poco de risa aquel que presume de compresión lectora (y critica a quien carece de ella) pero luego no sabe vivir sin la tilde del solo porque por lo visto su ausencia le produce un bloqueo mental imposible de deshacer un ambigüedad de significado la mar de simple.

    estoy obsesionao con la gallery del grecas cuando dice yo la imparto disciplina plinplinplina plinplinplina siento que hace siglos que no me gusta una canción mínimamente escuchable

    marcelo (@marcelocriminal.bsky.social) 2025-10-25T09:22:39.459Z
    Escribir así no está al alcance de cualquiera (y obvio que lo digo completamente en serio).

    Ya que estamos, también me llama la atención que en general los anglicismos y sus adaptaciones provoquen más rechazo que préstamos de otras lenguas, pero que generalmente nadie cuestione todo aquello relacionado con el fútbol (que ya como palabra en sí es extrañísima y con una ortografía yo diría que inédita en español), incluyendo el córner, el penalti o el derbi, como si provinieran estos del latín.


    Cuando empezó a utilizarse el lenguaje inclusivo, fui muy beligerante con ello (era la época de ser beligerante en las redes sociales, supongo que me dejé llevar), pero veo este vídeo de Chomsky, al que tantas veces vi referenciado mientras estudiaba, y me pregunto: «¿De qué ibas? ¿Acaso Astrud te dedicaron a ti alguna vez una canción.

    Hay personas que piensan que no deberiamos usar ‘he’ (él) como pronombre neutro. De acuerdo, entonces usemos otra palabra. Las sensibilidades de las personas deben tomarse en cuenta.


    Como me suele suceder, tengo varias ideas iniciales sobre las que escribir, pero luego acabo yéndome por las ramas y la mayoría de aquellas ideas primigenias quedan pendientes, porque también tengo un límite de tiempo de poder escribir sin aburrirme. Así que de momento esto es todo, pero quiero acabar con una canción de Los Verdugos, uno de los mejores grupos españoles (no solo en esta, sino en cualquiera de sus anteriores encarnaciones) que hay, que además resulta que sacaron álbum (el primero, por raro que parezca) el mes pasado y yo me enteré, mea culpa, hace solo unos días. En esta canción, además, hace los coros Teresa de Espanto. Sublimes.

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  • La modestia de mis necesidades

    Hace unos días se conocía la muerte de Luis Badenes, cantante del grupo valenciano Glamour, que se dio a conocer en 1981 con este clásico tecno-pop neorromántico (todo eso) titulado «Imágenes».


    El periodista (también valenciano) Rafa Cervera ha recuperado los negativos de las fotos del fanzine Estricnina, que realizó él mismo en aquella misma época, entre 1982 y 1983, con entrevistas y sesiones improvisadas a figuras de la escena madrileña como Carlos Berlanga, Pedro Almodóvar, Ana Curra o Bernardo Bonezzi. Cervera había dado estas fotos por perdidas, pero ahora han sido restauradas digitalmente a partir de los negativos originales, y ha decido imprimir una selección en tiradas limitadas, que están disponibles en Las fotos de Estricnina.

    Carlos de frente, 1982
    Pedro y el semáforo, 1982
    Curra 83 #5, 1983
    Santiago en el ensayo, 1982
    Bernardo #1, 1983

    El pasado junio, Joan Vich anunciaba en Bluesky otro fallecimiento, el de su amigo Alejandro Caja, novelista, ensayista y poeta. No tuve el gusto de conocerlo, ni siquiera nada de su obra hasta entonces, pero el soneto de Alejandro que Joan dejó a modo de homenaje me dejó profundamente tocado.

    Hace unos días se quitó la vida mi amigo Jandro Caja, compañero de descubrimientos adolescentes, adulto libre y descreído, escritor maldito a su pesar. A pesar de la distancia, temporal y geográfica, me ha afectado mucho su partida. Os dejo aquí un soneto muy certero, en técnica como en fondo.

    Joan Vich Montaner (@joanvich.bsky.social) 2025-06-16T09:45:03.237Z

    Su también amigo Luis de Benito le dedicó un programa en Radio 3, muy emocionante y lleno de afecto.

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  • Arteligencia intificial

    No he conseguido, de momento, que la gente utilice demasiado los comentarios del blog. Cuando alguien tiene a bien aportar o comentar algo sigue haciéndolo normalmente en la publicación de la entrada en las redes sociales. No pasa nada, es difícil volver a cambiar ciertas dinámicas y entiendo que la mayor parte de la conversación se ha movido hacia allí. Pero lo que sí se ha vuelto más creativo es el spam que recibo: la inteligencia artificial ha hecho que los (falsos) comentarios sean (o parezcan, al menos) más elaborados. Aquí unos ejemplos.


    The BBC are accidentally running the subtitles to Mrs Marple over the Mercury Prize, and it’s rather wonderful. A few of lines could plausibly have been written by Jarvis.

    Peter Chilvers (@peterchilvers.com) 2025-10-16T20:58:12.684Z

    ¡Diría que este es el mayor hit de Ladytron en mucho tiempo!


    Los pasaportes suizos de nueva generación se emitieron en otoño de 2022 por la Oficina Federal de Policía (fedpol). Desde 1959, el característico pasaporte rojo se considera uno de los documentos de viaje más sofisticados y seguros del mundo. Con el nuevo encargo de diseño, RETINAA quiso honrar la tradición de innovación de las artes gráficas suizas. En estrecha colaboración con un grupo de expertos liderado por fedpol, y en cooperación con Thales y Orell Füssli, el estudio creó un diseño que combina una estética limpia, aunque compleja, con funciones de seguridad de última generación.

    El pasaporte suizo es algo más que un documento administrativo. Es la expresión de la identidad helvética y actúa como embajador de Suiza en el extranjero. Es una celebración de lo suizo y un escaparate del saber hacer tecnológico. Además de aumentar la seguridad y ser resistente a la falsificación, el diseño debía explorar estos aspectos para crear un documento en el que el titular confíe, con el que se identifique y del que pueda sentirse orgulloso.

    The Design of the New Swiss Passport (kottke.org)


    El título de esta entrada está sacado de este temazo de 2020 de Alcalá Norte (antes de que sucediera TODO).

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  • Como un fan

    Mi formato de televisión favorito ever es The Traitors (o Traitors a secas, en su versión española), que funciona como reality que no humilla a los concursantes y como artefacto de suspense, lógica y estrategia; es emocionantísimo. Y de todas sus variantes internacionales, mi favorita es, por supuesto, la británica. Sus tres temporadas son impresionantes, así que cuando finalmente empezó, la semana pasada, The Celebrity Traitors, la versión protagonizada por famosos, para mí es como si hubieran comenzado a la vez Eurovisión, la Champions y Operación Triunfo.

    En realidad, la primera temporada de la versión española ya era de celebrities, con un casting que estaba muy bien y que tenía entre sus nombres a Anna Allen, Fernando Guillén Cuervo, Abril Zamora, Juan Sanguino o Cristina Cifuentes. Pero es que en la de UK está gente como Alan Carr, Stephen Fry, Jonathan Ross, Tom Daley, Charlotte Church o Celia Imrie. Es increíble ver a gente tan witty enfrentarse a los mismos dilemas y ser tan poco hábil descubriendo la identidad de los traidores (porque esa, básicamente, es la mecánica del juego, pero que tampoco es muy de contar sino de vivir) que los concursantes menos conocidos. Pero es también increíble verlos enfrentarse a ello con ese humor. Y también es muy curioso ver que nadie está a salvo de los problemas de spelling a la hora de escribir en la mesa redonda los nombres de los sospechosos en la pizarra, por mucho que pudieras pensar lo contrario.

    El único problema es que esta edición la estoy viviendo casi en tiempo real: se está emitiendo ahora mismo a razón de dos episodios por semana, así que a diferencia de las anteriores, que fue puro binge watching, ahora tengo que morderme las uñas esperando a la resolución de la semana que viene.


    Hablando de Operación Triunfo, también lo estoy viendo, religiosamente, como casi siempre, aunque he de decir que este año encuentro pocos alicientes a los que asirme en cuanto a los participantes, ni como concurso de canción en sí ni en cuanto a posible proyección futura. Ni veo una ganadera clara, como el año pasado lo era Ainara Naiara (aunque después no se ha comido un rosco, la pobre ―este año, si tengo que apostar, será Cristina); ni tengo una figura clara con la que enrocarme emocionalmente, como me pasó el año pasado con Juanjo; ni nadie a la que le vea especialmente una proyección posterior cuando las luces del programa se apaguen. Excepto a Lucía Casani (en el vídeo, la rubia), que sí creo que tiene el talento y magnetismo suficientes como para trascender más allá de diciembre. Una pena, y una injusticia, que tanto ella como Judit estén nominadas esta semana, habiendo gente que se lo merece muchísimo más (¿Max? ¿Hola?).


    Este año no estoy siguiendo casi nada OT por redes sociales, a veces echo medio ojo, pero creo que los mejores momentos de vivirlo live ya pasaron; donde hubo ingenio hay hate, y eso me interesa menos, pero de la anterior edición recuerdo aquel mantra que decía: «Es la única persona de la que cuando acabe todo esto me compraría un disco o iría a un concierto» (normalmente referido a Paul Thin). Bueno, pues yo…

    Lloro siempre que veo este vídeo. Sed fans siempre. Let people enjoy things.

    (Ya hablaremos de «El destello» y del disco de Juanjo, lo tengo pendiente).

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  • La revolución supersexual

    Yo ya no quiero que vuelvan Astrud; me conformo con haber sido tan afortunado como para haberlos vivido. En 1999, en Los conciertos de Radio 3 (aunque yo conocí esto por un MP3 que rulaba por Audiogalaxy mucho antes de verlo en YouTube, básicamente porque YouTube no existía) hicieron un medley consistente en “Androgynous Mind” y “Kool Thing” de Sonic Youth, “Safesurfer” de Julian Cope y “Sophisticated Bitch” de Public Enemy. ¡¿A quién se le ocurre?! Solo a ellos.

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