Categoría: Recuerdos de Suiza

  • Ensalada Baudelaire

    Hoy un poco de todo, empezando por una recomendación: el amigo Doc Muerte recupera, felizmente, su blog de recetas. Según sus propias palabras, quiere «(Intentar) convertirlo en un diario de cocina. Sin pensar en cómo escribo la receta. Con una foto hecha con el móvil. Porque luego me da pereza redactar. Porque luego se me olvida lo que hago». Pues desde aquí lo seguiremos con atención.


    Esto de no pensar mucho las cosas, o hacerlas más casualmente, es algo que intentaré aplicarme a mí mismo. En mi caso, no es tanto la pereza de redactar como el engorro de la, digamos, edición posterior: corregir posibles errores ortográficos o sintácticos (algo que no me apetece delegar en herramientas automátIcAs, más que nada porque a estas alturas todavía no me fío de sus aptitudes ni me han resultado demasiado útiles cuando las he probado) o buscar fotos, enlaces, etc. para ilustrar mejor lo escrito. Quiero tratar, como digo, de que todo sea más casual, así que si veis por ahí algún error, repetición de palabras, etc., intentad obviarlo, que para lo que cuesta esto, bastante bien está.


    El que escribe como los ángeles (no sé si con mucho o poco esfuerzo de corrección posterior) es Rubén Lardín. No hace tanto recomendaba por aquí sus crónicas veraniegas de París y ahora estrena un Substack, y lo hace con una imperdible carta que escribió hace tiempo a Isabel Natividad (aun no siendo la política uno de los ejes de este mi blog, no está mal dejar alguna pincelada de vez en cuando, y más si son de este calibre).

    Comprendo, a medida que escribo, que me sería más fácil alinear el texto a la derecha, porque si algo tiene la derecha son las ideas claras. La derecha es sólida, quiescente y de una pieza, sabe perfectamente lo que quiere, vaya si lo sabe, lo quiere todo, que no le toquen nada. No quiere nada más. Lo que caracterizaría a la izquierda, en cambio, es que se cuestiona y se enreda y no se aclara nunca, es tirando a boba, pura beneficencia, hipocresía pura muchas veces. Yo me resisto a pronunciarme de un bando, pero sí rechazo el otro de pleno. Porque no tolero la desigualdad, es cierto, me hace sentir culpable, me incomoda y me enferma y me llevan los demonios, me llevan destemplado en una camilla de felpa; y sé que la izquierda, en teoría, querría erradicarla, la desigualdad, mientras la derecha es justamente de lo que vive. Pero, ¡ah, nada es tan sencillo! Quien pretenda tenerlo tan claro en su doctrina es que no se ha observado, especula, está mintiendo en su prédica o es realmente un ingenuo. A mí me resulta imposible manejar un ideario con solo estas dos manos, se me cae todo al suelo. Conozco docenas de personas que se dicen de izquierdas pero que temen en silencio que pueda bajar el precio de la vivienda, porque todos han acabado por comprarse una casa, y El País, y una novelita de Anagrama, y no quieren que todo eso pierda valor. Tienen la seguridad de que militando en el sistema, en la oficialidad del sistema, sea en la izquierda o en la derecha, nada cambiará nunca, y ellos en su figuración de resistencia mantienen la conciencia más o menos saneada.


    Ya de paso, aprovecho para dejar este corte de TikTok de una tal Abbie Richards (no tenía el gusto de conocerla hasta ahora), que me parece que está muy bien y que es muy revelador sobre los marcos mentales del fascismo. (Y sí, he invertido tiempo en transcribirla y traducirla porque me parecía que en este caso valía la pena).

    Dam been writing a book about this and she just TikToked it in 90 seconds.

    Gareth Watkins (@garethwatkins.bsky.social) 2025-09-19T09:33:52.611Z

    La hipocresía es la gracia, y te sientes como si te estuvieras volviendo loco, porque llevas años viendo a conservadores decir cosas como: “Los izquierdistas van contra el mundo, odian la libertad de expresión, siempre ha sido así y siempre lo será”. Pero al final son ellos los que hicieron que cancelaran a Jimmy Kimmel. Y podemos seguir con este juego para siempre. Podría contarte lo del congresista republicano que votó contra el matrimonio gay y tres días después asistió a la boda gay de su propio hijo. Podemos hablar de Matt Gaetz, que va por ahí proclamando su odio a los pedófilos y supuestamente se fue a una fiesta sexual con una menor.

    Pero, ¿no lo ves? ¿No te das cuenta? El núcleo del fascismo va de dominar, y una manera clave de ejercer poder sobre los demás es decir: “Esas reglas que se aplican a ti, a mí no”. A los fascistas les encanta poder hacer cosas que le niegan a los otros. Les hace sentir bien, les hace sentirse fuertes, les hace sentirse poderosos.

    Y lo entiendo, te vuelves loco, porque estás buscando lógica y coherencia, cuando en realidad la incoherencia es el punto. El fascismo es una pataleta disfrazada de ideología. Es para críos lloricas y emocionales que se sienten tristes y asustados y, en lugar de madurar de una vez, convierten su drama en problema de todos.

    Cuando esperas que actúen de manera consistente, o que tengan un conjunto coherente de valores morales, lo que haces es proyectar tu propia competencia sobre ellos. Y si estás proyectando tu visión del mundo de adulto hecho y derecho sobre ellos, no los estás viendo con claridad. Y ahora, más que nunca, es importante que los veas con claridad.


    Ahora una cancioncilla.


    He incluido en la sección de Archivo (el enlace está en la cabecera del blog) un apartado de Recomendados, cuyo nombre ya indica de qué va y donde incluyo algunos de los que he comentado hoy y otros que se me han ocurrido, pero iré ampliándolo poco a poco.


    He estado probando un plugin cuya función es postear automáticamente en Bluesky cada entrada que publico aquí, sin que tenga que hacerlo yo manualmente. De momento no me está funcionando, o no del modo que yo quiero, pero la idea (a pesar de lo que había dicho anteriormente) es seguir anunciando las entradas allí, la mayoría de los lectores de momento es de donde proceden, y si es algo de lo que no tengo que estar pendiente de un modo activo, que es la idea, tampoco voy a renunciar a ello. También hay una cuenta de Instagram, que estoy utilizando para subir los vídeos que he grabado yo, tenerlos ahí alojados me ahorra a espacio del hosting y de paso consigo que tengan más alcance.

    Lo que me está dando problemas es la suscripción por RSS, algunos me habéis comentado que no funciona bien, especialmente si es a través de Feedly. Trataré de mirarlo, el haber montado el blog yo mismo con un hosting propio y no haciéndolo por defecto en el de WordPress tiene como ventaja que todo es mucho más configurable e independiente, pero el inconveniente es que cuando no funciona algo, es más difícil de detectar (puede ser alguna incompatibilidad con cualquier plugin, la versión de WordPress, etc.), y aunque sean errores aparentemente sencillos, detectar dónde están puede llevar horas, especialmente para alguien como yo que tiene conocimientos bastante básicos de todo esto. A ver si hay suerte y lo arreglo pronto.


    El título de la entrada de hoy surgió pensando algo que diera la idea el tótum revolutum que es, así que me vino a la cabeza la idea de la ensalada (también por aquello de las recetas de cocina), y eso me hizo recordar una película que se llama, precisamente Ensalada Baudelaire, y que es, ante todo, muy sorprendente. Es la única peli de su director, Leopoldo Pomés (que también fue conocido como fotógrafo y publicista), y toda una rareza del cine español que recomiendo vivamente, aunque creo que no está en ninguna plataforma. Va de un matrimonio que está haciendo un viaje en yate y de repente recibe la visita de dos desconocidos. Me ha llamado la atención que en este artículo de El País sobre la película se diga: «Un filme que, como en tiempos relativamente recientes y más acordes con un cine concebido como espectáculo, no admite el que se cuente el final de la acción, parte esencial de la trama.» La cultura del espóiler, etc., pero es que resulta que el artículo, y la película, son de 1978.

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  • Dejando que el tiempo quede atrás

    Llega septiembre, que para algunos trae las habituales depresiones y las también corrientes conversaciones sobre la duración real del verano (“¡no digáis que se ha acabado, dura hasta el 21!”) y el segundo advenimiento del año (uno empezaría en enero y el otro ahora en septiembre, que además lo hace con un perfect, siendo el día 1 un lunes). Sobre este segundo año nuevo y sus propósitos hablaba hace unos días Delia Rodríguez en El País.

    En cualquier caso, y como en general es cierto que una mayoría de gente se incorpora a sus (argh) rutinas, aprovecho para recordar algunas de las cosas de las que he hablado por aquí durante estas primeras semanas:

    Vuelvo a animar a a quien así lo desee a dejar comentarios, aunque soy el primero que participa cada vez menos en la conversación (así, en general). Lo que sí vuelvo a reiterar es que dicha conversación preferiría que no fuera en las redes sociales. La idea es que mi cuenta personal de Bluesky acabe desapareciendo (o esté inactiva) y que la otra que finalmente he creado ex profeso para el blog sirva solamente para anunciar las entradas nuevas, pero para hablar prefiero por aquí (aunque en cualquier caso, siempre contestaré, faltaría más). Recuerdo también que es posible suscribirse por RSS o recibir los viernes un correo con las entradas publicadas esa semana.

    Otra idea es que Recuerdos de Suiza también pueda servir como un espacio abierto: si alguien quiere compartir algo, escribir un artículo sobre su peli favorita, recomendar un grupo que le encanta, tiene una historia que contar… pero no quiere abrirse un blog, un Substack o una web simplemente para eso, le cedo este espacio si quiere para publicar. Yo encantado de tener invitados.

    Gracias y feliz septiembre.

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  • Por qué (otra vez) un blog

    Una de las razones por las que he decidido volver a refugiarme aquí, en un espacio propio, es que, paradójicamente, las redes sociales me hacen cada vez menos social. Me cuesta entablar conversaciones y abrirme; tengo la extraña sensación de que, aunque no participo en ninguna que tenga una actividad frenética, tal vez son demasiado sociales para mí y me siento desprotegido y expuesto. Además, acabas formando parte de un ecosistema (el de tu órbita de seguidos y seguidores) en el que, si no marcas todas las casillas de lo aceptable, nunca encajas del todo, y terminas hablando más de lo que hay que hablar que de lo que realmente te apetece.

    Obviamente, no se me escapa que todo esto en realidad son paranoias personales, fruto de esa herrumbre cerebral que el paso de los años y la exposición a internet (con sus cosas buenas y malas) me han ido provocando. Pero como la percepción está ahí, prefiero protegerme y, reitero, refugiarme en este otro formato, que ahora mismo me parece el más adecuado y conveniente.

    También me gustaría que fuera un espacio más libre, con menos autocensura (porque sí, allí me autocensuro mucho), donde mis pensamientos, recomendaciones y demás ocurrencias queden registradas y no perdidas en un timeline imposible de rastrear. Que sea mi casa y no una casa indetectable e impenetrable. Tampoco quiero limitarme a comentar el tema del día ni las últimas novedades culturales. Puede haber algo de eso, pero también asuntos más atemporales: si escucho un disco seis semanas, meses o años después, también vale.

    He vuelto al blog y no he seguido con Substack porque, en realidad, mi idea (ya veremos cómo evoluciona) es que esto funcione como un contenedor, algo donde no me sienta prisionero del formato. Puede ser una idea suelta o una parrafada reflexiva (¿como esta?), pero no quiero sentir la obligación de escribir una carta semanal con una estructura determinada. Y aunque sea imposible ser coherente con todo, y probablemente casi todas las cosas que consumimos o usamos están contaminadas, tal vez Substack lo está demasiado y por eso he decidido no seguir allí, igual que en su día dejé Twitter por razones parecidas.

    Pero aunque sea mi casa, todo el mundo con ganas de compartir y charlar es bienvenido en la sección de comentarios. Me gustaría que hubiera conversación (aunque leer y callar también es perfectamente válido), pero circunscrita aquí; mi idea es ir participando cada vez menos en Bluesky. Tampoco quiero convertir aquello en un simple tablón de anuncios para anunciar las nuevas entradas del blog (aunque supongo que al principio un poco sí), la idea es que esto funcionara como un espacio independiente, sin depender de redes. Es posible suscribirse por RSS y también se puede recibir los viernes un correo con las entradas publicadas esa semana, solo eso.

    Ya siento la brasa y la intensidad, pero me apetecía contar un poco el porqué de las cosas. Y, en realidad, esta entrada lleva programada unos días; probablemente a estas horas esté tomándome un mojito en algún lugar de La Palma.

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