Sigo superenganchado a The Celebrity Traitors (y llevando regular poder ver solo dos programas por semana), donde además ―y sin hacer spoilers― están sucediendo cosas que nunca habían sucedido antes, al menos en las tres ediciones con concursantes no famosos que se habían emitido anteriormente.
También he visto algún que otro nuevo true crime, tanto de los buenos como de los malos. Entre los primeros, destaco The Perfect Neighbor (Netflix), con un único capítulo de hora y media que va, como su título indica irónicamente, de una vecina problemática, y que está muy bien tanto desde el punto de vista formal (está grabado casi en su totalidad por las cámaras corporales que ahora llevan prácticamente todos los policías) como político/ideológico: en el centro está una ley de autodefensa, en este caso del estado americano de Florida denominada «Stand Your Ground», que «brinda a las personas el derecho a protegerse usando fuerza razonable«. Vamos, que puedes cargarte a alguien si alegas que tenías miedo y temías por tu vida. Pero ¿dónde está el límite?

Entre los malos, Una noche en Idaho: Los asesinatos en la universidad (Prime Video), que parte de un caso interesante y en algunos momentos, casi los únicos destacables, se enfoca en cómo detectives aficionados en redes sociales se obsesionaron con ello y empezaron a lanzar teorías disparatadas y a señalar y sobreexponer sin pruebas a quienes creían culpables, incluyendo a amigos de las víctimas. Pero esa denuncia no da para estirarlo a lo largo de cuatro capítulos bastante prescindibles y que se regodean en un sentimentalismo muy sensacionalista.

Me parece bien la adaptación gráfica española de ‘spoiler‘ como ‘espóiler’, con la acentuación que le corresponde por ser llana acabada en -r, pero el plural me parece igual de problemático que otros similares. Y es que en español los plurales de las palabras terminadas en -r deben terminar en -er, pero nadie dice ‘espóileres’, o ‘pósteres’, o ‘córneres’ (aunque sí, por ejemplo, y como muestra de lo aleatorio que es a veces el uso con respecto a la regla, ‘líderes’). Entonces, aunque en la lengua hablada sí digamos ‘espoilers’, ‘posters’ o ‘corners’, a la hora de escribirlo cambiaría la regla de la acentuación, ya que terminarían en -s y ya no serían esdrújulas, sino llanas, así que no cabría acentuarlas, pero a mí resulta muy extraño un singular acentuado y el plural no, es decir, ‘espóiler’ frente a ‘espoilers’, aparte de que la terminación -rs no es natural en español.
Esto no deja de ser más que un entretenimiento para mí, pensar en estas cosas por un sesgo derivado de mi formación (y no deformación profesional, ya que nunca he ejercido), pero en realidad con el tiempo he ido aficionándome más a la observación y análisis de la anarquía ortográfica y sintáctica que han traído las redes sociales. También me da un poco de risa aquel que presume de compresión lectora (y critica a quien carece de ella) pero luego no sabe vivir sin la tilde del solo porque por lo visto su ausencia le produce un bloqueo mental imposible de deshacer un ambigüedad de significado la mar de simple.
Ya que estamos, también me llama la atención que en general los anglicismos y sus adaptaciones provoquen más rechazo que préstamos de otras lenguas, pero que generalmente nadie cuestione todo aquello relacionado con el fútbol (que ya como palabra en sí es extrañísima y con una ortografía yo diría que inédita en español), incluyendo el córner, el penalti o el derbi, como si provinieran estos del latín.
Cuando empezó a utilizarse el lenguaje inclusivo, fui muy beligerante con ello (era la época de ser beligerante en las redes sociales, supongo que me dejé llevar), pero veo este vídeo de Chomsky, al que tantas veces vi referenciado mientras estudiaba, y me pregunto: «¿De qué ibas? ¿Acaso Astrud te dedicaron a ti alguna vez una canción?».
Hay personas que piensan que no deberiamos usar ‘he’ (él) como pronombre neutro. De acuerdo, entonces usemos otra palabra. Las sensibilidades de las personas deben tomarse en cuenta.
Como me suele suceder, tengo varias ideas iniciales sobre las que escribir, pero luego acabo yéndome por las ramas y la mayoría de aquellas ideas primigenias quedan pendientes, porque también tengo un límite de tiempo de poder escribir sin aburrirme. Así que de momento esto es todo, pero quiero acabar con una canción de Los Verdugos, uno de los mejores grupos españoles (no solo en esta, sino en cualquiera de sus anteriores encarnaciones) que hay, que además resulta que sacaron álbum (el primero, por raro que parezca) el mes pasado y yo me enteré, mea culpa, hace solo unos días. En esta canción, además, hace los coros Teresa de Espanto. Sublimes.
