Etiqueta: Rubén Lardín

  • Ensalada Baudelaire

    Hoy un poco de todo, empezando por una recomendación: el amigo Doc Muerte recupera, felizmente, su blog de recetas. Según sus propias palabras, quiere «(Intentar) convertirlo en un diario de cocina. Sin pensar en cómo escribo la receta. Con una foto hecha con el móvil. Porque luego me da pereza redactar. Porque luego se me olvida lo que hago». Pues desde aquí lo seguiremos con atención.


    Esto de no pensar mucho las cosas, o hacerlas más casualmente, es algo que intentaré aplicarme a mí mismo. En mi caso, no es tanto la pereza de redactar como el engorro de la, digamos, edición posterior: corregir posibles errores ortográficos o sintácticos (algo que no me apetece delegar en herramientas automátIcAs, más que nada porque a estas alturas todavía no me fío de sus aptitudes ni me han resultado demasiado útiles cuando las he probado) o buscar fotos, enlaces, etc. para ilustrar mejor lo escrito. Quiero tratar, como digo, de que todo sea más casual, así que si veis por ahí algún error, repetición de palabras, etc., intentad obviarlo, que para lo que cuesta esto, bastante bien está.


    El que escribe como los ángeles (no sé si con mucho o poco esfuerzo de corrección posterior) es Rubén Lardín. No hace tanto recomendaba por aquí sus crónicas veraniegas de París y ahora estrena un Substack, y lo hace con una imperdible carta que escribió hace tiempo a Isabel Natividad (aun no siendo la política uno de los ejes de este mi blog, no está mal dejar alguna pincelada de vez en cuando, y más si son de este calibre).

    Comprendo, a medida que escribo, que me sería más fácil alinear el texto a la derecha, porque si algo tiene la derecha son las ideas claras. La derecha es sólida, quiescente y de una pieza, sabe perfectamente lo que quiere, vaya si lo sabe, lo quiere todo, que no le toquen nada. No quiere nada más. Lo que caracterizaría a la izquierda, en cambio, es que se cuestiona y se enreda y no se aclara nunca, es tirando a boba, pura beneficencia, hipocresía pura muchas veces. Yo me resisto a pronunciarme de un bando, pero sí rechazo el otro de pleno. Porque no tolero la desigualdad, es cierto, me hace sentir culpable, me incomoda y me enferma y me llevan los demonios, me llevan destemplado en una camilla de felpa; y sé que la izquierda, en teoría, querría erradicarla, la desigualdad, mientras la derecha es justamente de lo que vive. Pero, ¡ah, nada es tan sencillo! Quien pretenda tenerlo tan claro en su doctrina es que no se ha observado, especula, está mintiendo en su prédica o es realmente un ingenuo. A mí me resulta imposible manejar un ideario con solo estas dos manos, se me cae todo al suelo. Conozco docenas de personas que se dicen de izquierdas pero que temen en silencio que pueda bajar el precio de la vivienda, porque todos han acabado por comprarse una casa, y El País, y una novelita de Anagrama, y no quieren que todo eso pierda valor. Tienen la seguridad de que militando en el sistema, en la oficialidad del sistema, sea en la izquierda o en la derecha, nada cambiará nunca, y ellos en su figuración de resistencia mantienen la conciencia más o menos saneada.


    Ya de paso, aprovecho para dejar este corte de TikTok de una tal Abbie Richards (no tenía el gusto de conocerla hasta ahora), que me parece que está muy bien y que es muy revelador sobre los marcos mentales del fascismo. (Y sí, he invertido tiempo en transcribirla y traducirla porque me parecía que en este caso valía la pena).

    Dam been writing a book about this and she just TikToked it in 90 seconds.

    Gareth Watkins (@garethwatkins.bsky.social) 2025-09-19T09:33:52.611Z

    La hipocresía es la gracia, y te sientes como si te estuvieras volviendo loco, porque llevas años viendo a conservadores decir cosas como: “Los izquierdistas van contra el mundo, odian la libertad de expresión, siempre ha sido así y siempre lo será”. Pero al final son ellos los que hicieron que cancelaran a Jimmy Kimmel. Y podemos seguir con este juego para siempre. Podría contarte lo del congresista republicano que votó contra el matrimonio gay y tres días después asistió a la boda gay de su propio hijo. Podemos hablar de Matt Gaetz, que va por ahí proclamando su odio a los pedófilos y supuestamente se fue a una fiesta sexual con una menor.

    Pero, ¿no lo ves? ¿No te das cuenta? El núcleo del fascismo va de dominar, y una manera clave de ejercer poder sobre los demás es decir: “Esas reglas que se aplican a ti, a mí no”. A los fascistas les encanta poder hacer cosas que le niegan a los otros. Les hace sentir bien, les hace sentirse fuertes, les hace sentirse poderosos.

    Y lo entiendo, te vuelves loco, porque estás buscando lógica y coherencia, cuando en realidad la incoherencia es el punto. El fascismo es una pataleta disfrazada de ideología. Es para críos lloricas y emocionales que se sienten tristes y asustados y, en lugar de madurar de una vez, convierten su drama en problema de todos.

    Cuando esperas que actúen de manera consistente, o que tengan un conjunto coherente de valores morales, lo que haces es proyectar tu propia competencia sobre ellos. Y si estás proyectando tu visión del mundo de adulto hecho y derecho sobre ellos, no los estás viendo con claridad. Y ahora, más que nunca, es importante que los veas con claridad.


    Ahora una cancioncilla.


    He incluido en la sección de Archivo (el enlace está en la cabecera del blog) un apartado de Recomendados, cuyo nombre ya indica de qué va y donde incluyo algunos de los que he comentado hoy y otros que se me han ocurrido, pero iré ampliándolo poco a poco.


    He estado probando un plugin cuya función es postear automáticamente en Bluesky cada entrada que publico aquí, sin que tenga que hacerlo yo manualmente. De momento no me está funcionando, o no del modo que yo quiero, pero la idea (a pesar de lo que había dicho anteriormente) es seguir anunciando las entradas allí, la mayoría de los lectores de momento es de donde proceden, y si es algo de lo que no tengo que estar pendiente de un modo activo, que es la idea, tampoco voy a renunciar a ello. También hay una cuenta de Instagram, que estoy utilizando para subir los vídeos que he grabado yo, tenerlos ahí alojados me ahorra a espacio del hosting y de paso consigo que tengan más alcance.

    Lo que me está dando problemas es la suscripción por RSS, algunos me habéis comentado que no funciona bien, especialmente si es a través de Feedly. Trataré de mirarlo, el haber montado el blog yo mismo con un hosting propio y no haciéndolo por defecto en el de WordPress tiene como ventaja que todo es mucho más configurable e independiente, pero el inconveniente es que cuando no funciona algo, es más difícil de detectar (puede ser alguna incompatibilidad con cualquier plugin, la versión de WordPress, etc.), y aunque sean errores aparentemente sencillos, detectar dónde están puede llevar horas, especialmente para alguien como yo que tiene conocimientos bastante básicos de todo esto. A ver si hay suerte y lo arreglo pronto.


    El título de la entrada de hoy surgió pensando algo que diera la idea el tótum revolutum que es, así que me vino a la cabeza la idea de la ensalada (también por aquello de las recetas de cocina), y eso me hizo recordar una película que se llama, precisamente Ensalada Baudelaire, y que es, ante todo, muy sorprendente. Es la única peli de su director, Leopoldo Pomés (que también fue conocido como fotógrafo y publicista), y toda una rareza del cine español que recomiendo vivamente, aunque creo que no está en ninguna plataforma. Va de un matrimonio que está haciendo un viaje en yate y de repente recibe la visita de dos desconocidos. Me ha llamado la atención que en este artículo de El País sobre la película se diga: «Un filme que, como en tiempos relativamente recientes y más acordes con un cine concebido como espectáculo, no admite el que se cuente el final de la acción, parte esencial de la trama.» La cultura del espóiler, etc., pero es que resulta que el artículo, y la película, son de 1978.

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  • Planes de verano

    Las crónicas veraniegas (y parisinas) de Rubén Lardín ya son un clásico. Hace un tiempo nos las regalaba en elDiario.es y últimamente están en Letras Libres, donde hace poco publicaba la primera entrega de este año («Mis planes en París son los de siempre: atender el panorama»).

    De algunas de esas crónicas pasadas he sacado yo lugares que visitar en París, como el Museo Gustave Moreau; solo estando allí pude comprender plenamente este fragmento (y corroborar que, efectivamente, es uno de los mejores, si no el mejor):

    En lugar de celadores, este, que es el mejor museo de París, cuenta con tres grandes perros negro azabache, alanos españoles perfectamente adiestrados que se ocupan de mostrar los dientes cuando sienten amenazada una pintura. Dos de ellos, sentados sobre los cuartos traseros, hacen guardia en las salas superiores, las que se corresponden con el taller del artista. Un tercero, instalado en la parte de vivienda (la casa del brujo), permanece alerta tumbado junto a la que fuera la cama del pintor, un lecho diminuto a ojos contemporáneos.

    Lardín es también (aparte de muchas otras cosas, claro) el autor de uno-de-los-mejores-si-no-el-mejor podcasts españoles, La mano contra el sol, donde también atiende el panorama: pasea, observa y cuenta (como nadie). Este es su último episodio, publicado ayer y que todavía no he escuchado:


    El único que puede disputarle el trono (como no podía ser de otra manera) es EPSA (El programa de Sita Abellán), del que siempre me enorgullezco de ser algo así como el oyente cero (ahí estoy desde 2012) o, en todo caso, de habérselo recomendado (y, consecuentemente, enganchado a él) a un montón de gente. Miguel Agnes es, probablemente, la figura más importante de la (contra)cultura española de estos tiempos y así será reconocido cuando se reescriba bien la Historia.

    El archivo de EPSA es insondable, y de hecho parte de él ha desaparecido (voluntaria o involuntariamente), pero da igual por dónde empezar o qué formato elegir, con todo obtienes recompensa. Uno de los últimos es el libérrimo especial de casi 7 horas sobre Superestar, la serie de Vigalondo sobre la que funciona como complemento perfecto.


    Hablando de espíritus libres y contraculturales, Esty Quesada es entrevistada en Público por mi querido Enrique Aparicio, que la define como «quizás la única persona verdaderamente ‘incancelable’ del país». Enrique tiene también una sección veraniega en ese diario, llamada Aquellos agostos, en la que charla con diferentes artistas españoles (entre ellos Carlos Areces, Hidrogenesse, o Fernando Méndez-Leite) acerca de su relación con esta estación del año. La última, como decía, es Esty, una habitual también de EPSA (o más bien EPSI, pero esto ya es para iniciados), que deja varios titulares de los suyos.


    Cuando llegue ya el otoño, Miguel Agnes y el también ínclito Brays Efe estrenarán en la Cineteca de Madrid un ciclo llamado Linterna, que consistirá en «una sesión mensual que combina una proyección con una conversación entre amigos, proponiendo una relectura irreverente y luminosa del canon cinematográfico: una forma de reencantar la cinefilia desde la charla, el humor y la inteligencia». Procurarán, además, que se trate de películas que actualmente no pueden encontrarse en plataformas. La primera del ciclo es Cuatro aventuras de Reinette y Mirabelle, de Éric Rohmer.

    No he vuelto a Madrid desde que me fui hace año y medio, y creo que todavía necesitamos darnos un tiempo antes de que eso suceda, pero si estuviera por allí, no me lo perdería, desde luego.


    El programador de la Cineteca es Vicente Monroy, cuyo librito (sirva como diminutivo cariñoso y también de tamaño, pues tiene apenas 100 páginas) Breve historia de la oscuridad. Una defensa de las salas de cine en la era del streaming me regalaron por mi cumpleaños y es una pequeña maravilla muy recomendable. Por aquí dejo también la entrevista que Aimar Bretos le hizo en Hora 25 a propósito del libro. A Vicente da gusto leerle, pero también oírle (y verle, ya que estamos).


    Y para terminar, una canción. Cuando busco un título para las entradas del blog, lo primero que siempre me viene a la cabeza para plagiar es el de una canción ya existente. En este caso, es la que daba título al primer disco de Algora (que está jovencísimo en este vídeo) y además está muy guay.

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