Una de las razones por las que he decidido volver a refugiarme aquí, en un espacio propio, es que, paradójicamente, las redes sociales me hacen cada vez menos social. Me cuesta entablar conversaciones y abrirme; tengo la extraña sensación de que, aunque no participo en ninguna que tenga una actividad frenética, tal vez son demasiado sociales para mí y me siento desprotegido y expuesto. Además, acabas formando parte de un ecosistema (el de tu órbita de seguidos y seguidores) en el que, si no marcas todas las casillas de lo aceptable, nunca encajas del todo, y terminas hablando más de lo que hay que hablar que de lo que realmente te apetece.
Obviamente, no se me escapa que todo esto en realidad son paranoias personales, fruto de esa herrumbre cerebral que el paso de los años y la exposición a internet (con sus cosas buenas y malas) me han ido provocando. Pero como la percepción está ahí, prefiero protegerme y, reitero, refugiarme en este otro formato, que ahora mismo me parece el más adecuado y conveniente.
También me gustaría que fuera un espacio más libre, con menos autocensura (porque sí, allí me autocensuro mucho), donde mis pensamientos, recomendaciones y demás ocurrencias queden registradas y no perdidas en un timeline imposible de rastrear. Que sea mi casa y no una casa indetectable e impenetrable. Tampoco quiero limitarme a comentar el tema del día ni las últimas novedades culturales. Puede haber algo de eso, pero también asuntos más atemporales: si escucho un disco seis semanas, meses o años después, también vale.
He vuelto al blog y no he seguido con Substack porque, en realidad, mi idea (ya veremos cómo evoluciona) es que esto funcione como un contenedor, algo donde no me sienta prisionero del formato. Puede ser una idea suelta o una parrafada reflexiva (¿como esta?), pero no quiero sentir la obligación de escribir una carta semanal con una estructura determinada. Y aunque sea imposible ser coherente con todo, y probablemente casi todas las cosas que consumimos o usamos están contaminadas, tal vez Substack lo está demasiado y por eso he decidido no seguir allí, igual que en su día dejé Twitter por razones parecidas.
Pero aunque sea mi casa, todo el mundo con ganas de compartir y charlar es bienvenido en la sección de comentarios. Me gustaría que hubiera conversación (aunque leer y callar también es perfectamente válido), pero circunscrita aquí; mi idea es ir participando cada vez menos en Bluesky. Tampoco quiero convertir aquello en un simple tablón de anuncios para anunciar las nuevas entradas del blog (aunque supongo que al principio un poco sí), la idea es que esto funcionara como un espacio independiente, sin depender de redes. Es posible suscribirse por RSS y también se puede recibir los viernes un correo con las entradas publicadas esa semana, solo eso.
Ya siento la brasa y la intensidad, pero me apetecía contar un poco el porqué de las cosas. Y, en realidad, esta entrada lleva programada unos días; probablemente a estas horas esté tomándome un mojito en algún lugar de La Palma.
Responder a Fernando Cancelar la respuesta